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Mostrando entradas de julio, 2018

Un General, al que tampoco le escribían

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          A don Juan Alberto Sánchez, jaureguinamente…           El general   se levantó temprano, agarró en la cocina su tarro de café y fue a sentarse en el corredor. Desde allí contempló las diez vacas, sus respectivos becerros, y entabló   conversación   con la cocinera y el administrador de la finca.   Era poco lo que tenían que decirse. Diez vacas a la vista. Las gallinas, los caballos, las parcelas de apio, frijol y maíz.   Lo poco que trasegaban para la casa del general en el pueblo. Y la visita del correo.     ¨¿Trajeron carta hoy?¨   ¨No, señor general, no trajeron carta¨.   Conversaban, igual que   ayer, antier, muchas mañanas, desde hacía más de seis meses. Había venido a temperar de los huesos y la vista; a tomar cuenta de los pocos animales que quedaban; a sembrar cosechas seguras, rendidoras;   a esperar la carta que debía llegarl...

El Balcón de Pompilio

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Pompilio vivía en una casa antigua, frente a la calle principal. En la planta baja,   una ventana de madera, con poyo y celosía. En la segunda planta, el dormitorio con un balcón sobre la calle.   A Pompilio le agradaba el balcón. Desde él podía hablar con los espíritus y ver la gente caminar. El club social quedaba en la otra acera. La iglesia, a una cuadra de la casa.   igual el cuartel y la plaza de la patria. Por la calle corría una toma de agua. En el club bailaban las señoras y señores importantes. En ocasiones venía a bailar el presidente del estado. También, el obispo, cuando andaba de visita y los socios lo atendían y le discurseaban.   En la propia calle, la toma, las piedras aplanadas, el agua de beber, los pasos de muchas almas caminando, o volando, y sus voces de   distintos tamaños y tonos.      A pesar de que la toma corría por el medio de la   calle, reducida por ese motivo a dos franjas, de hasta ocho cuadras de larg...

Ocho Presidentes

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Ocho paisanos ocuparon la silla presidencial durante el siglo veinte:    cinco militares y tres civiles. Los cinco militares fueron el General Cipriano Castro, natural de Capacho; el General Juan Vicente Gómez, nacido en La Mulera; el General Eleazar López Contreras,   oriundo de Queniquea; el General Isaías Medina Angarita, nativo de San Cristóbal, y el General Marcos Pérez Jiménez, de Michelena.   Los civiles:   Emilio Constantino Guerrero, de La Grita; Carlos Andrés Pérez, de Rubio,   y Ramón J, Velásquez, de Colón. Unos y otros representaban diferentes maneras de pensar y matar pulgas. Los gendarmes, disfrazados de patriotas y   herederos de Bolívar, una mano en el chopo y la otra   en la bandera nacional. Los otros, arengando a las masas y ofreciéndoles la luna y algo más. El juego se mantuvo por más de medio siglo.   Las consignas se cansaron; los discursos se tornaron obsoletos;    las esperanzas languidecieron de fast...