Los Dinosaurios de Don Germán Carias


Dinosaurios en La Grita. Animales prehistóricos a pocos metros de la ciudad. Nos lo cuenta don Germán, periodista atildado, de limpia prosa y exacta dimensión. Lo sabe desde hace tiempo. Hace más de veinte años que lo sabe.

Habíamos oído de la ¨Viga de Oro¨. De la calentura que agarró el  obispo Ramos de Lora, por los bailes vulgares y los actos impuros que vecinos descarados celebraban  frente a la ¨Capilla de la Santa Cruz del Llano¨. De la vez  que el cachaco Napoleón Guerrero, dueño de varias fincas y de muchas mansiones, se internó en ¨La Cimarronera¨,  y estuvo a punto de morir. Pero nunca de los Dinosaurios que existieron en La Grita y sus alrededores, de los cuales venimos a enterarnos ahora, gracias a don Germán, que Dios guarde.

El  Hermano Nectario María había sorprendido a los científicos venezolanos y de otras partes del mundo,  con su Megaterio larense, que armó como un rompecabezas y exhibió en un salón inmenso del ¨Colegio La Salle¨. El animal medía muchas varas de largo y otras tantas de alto. Tenía cuatro patas gigantescas, un cuello de jirafa y una especie de cola. Era la muestra de una inmensa colección de criaturas antiguas, que el Hermano y su equipo descubrieron  en Falcón, Lara y los llanos vecinos.

Antes, las empresas mineras de Norte-América, Holanda e Inglaterra, habían hundido sus taladros  y sacado petróleo. ¿Qué era, sino seres sumergidos en la entraña del suelo, transformados en aceite y otras sustancias inflamables? 

Se supuso que el Zulia era un mar subterráneo de petróleo. Que Falcón y las islas vecinas lo eran. Las compañías se entusiasmaron, el gobierno se puso las botas y los vivos de siempre se frotaron las manos. Que se sepa, nadie habló de Dinosaurios. Se habló de concesiones petroleras. Venezuela cambiaba. El diablo comenzaba a trabajar.

Los científicos continuaron explorando las tierras de Falcón y Lara. Aparecieron esqueletos gigantescos, caparazones de tortugas marinas, corales, restos de animales antiguos. Científicos del sur sospecharon de un río largo y ancho, que partía  de Argentina y desembocaba en Dabajuro.  Las planicies del Orinoco, el Amazonas y el Río de la Plata  eran una inmensa montaña. La Cordillera de los Andes, un mar. Se había hundido la tierra. Habían surgido nuevos montes. Todavía no se hablaba de la América. Sólo Dios existía. De eso hablaban los científicos y nadie les hacía caso.

Pero, ahora, Don Germán, que además de periodista es un sabueso, y sabe oler la noticia, nos trae la buena nueva. Y es que allí, nomás,  en ¨La Quinta¨, donde abundan las cárcavas y la tierra parece una  torta de mil hojas; donde el carnero y la cabrilla saltan de piedra en piedra y una mina de cobre se esconde del intruso; en ese sitio misterioso, que pudo ser del tiempo de los dioses, o tal vez  un poquito más allá, hubo un lagarto grande, con figura y mirada de lagarto, que vivió escondido  desde antes del tiempo de María Castaña, y nunca se dejó retratar.

¿Cómo fue      que me dijo, Don Germán, que se llama el animal? ¿La ¨Quinta Saura Venezuelae?  Si usted lo dice, ¡enhorabuena!

El griteño Pascual Mora me había contado algo del animal. Las patas, las escamas, el cuello, la mirada, eran idénticas. Claro, eran suposiciones de algunos paleontólogos de la Universidad de Zurich (Suiza) y del ¨Museo de Historia Natural del Reino Unido¨.  ¡Pero es que a veces don Pascual nos lanza unas bolas!,  ni para qué decir,  y nos deja torombólicos. En cambio, don German, nos habla con la verdad.

Con que, felicitaciones, don Germán,  y el supremo señor de arriba lo mantenga sanito y bien abrigado.


                                                        Ricardo Méndez Moreno
                                                      

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